jueves, 25 de junio de 2015

Un jueves disminuido

#Jueves #Vista #Dislexia #Criminología

Sucedió de nuevo. 
El silencio nos acompañó los tres metros que separaban la escalera de la puerta principal.
Era un silencio incómodo, que te diría algo pero no, que mejor no. Pero como estas. Hace mucho que no te veo. 
Sólo quiero abrazarte y mirarte desde abajo tranquila.
Quiero asegurarme de que estás bien.
El silencio no me incomoda. Me acomoda en la situación. Es el punto de partida del comienzo de mis relaciones.
Re la cio nes
Pero con vos es distinto. U otra vez fue raro.
La dislexia me esta matando. Escribo mientras pienso, cuando todavía me faltan palabras. La ansiedad me mata. Es que quiero que no se me escape nada, y el miedo a olvidarme. Ese miedo a olvidarme. Decilo. Si, me asusta mi miedo a olvidarme.
Cuantas veces utilicé esa palabra ya. Miedo. M i e d o. 
Lo desconocido nos estaría generando algo. Es una forma de hablar que tenemos con mis amigas. Nos divierte. Nos estaríamos riendo de esas situaciones. Nos estaría gustando hablar así. Nos estaría dando risa. Que risa que me da. 
Que hermosa locura que es la amistad. Una acá, sola. Temiendole al olvido y quejándose de la supuesta dislexia o afasia, cómo le decimos con las chicas. Y después en grupo, creyendonse fuerte hablando en potencial o en verbos raros. La acumulación de cuerpo nos da confianza.
Después nos medimos estando solos. Siguiendo esa regla que en plural nos gusta, pero en singular no asusta, porque la usamos sin darnos cuenta.
El viernes pasado, a las siete de la tarde, cuando todo el mundo deseaba estar yéndose a su casa, yo y otro grupito más, estabamos en la clase de criminología, discutiendo sobre los pequeños logros, que encima que son a largo plazo, son chiquititos y grandes a la vez. 
Mi profe aludía al comunicado judicial que prohibía que en las requisas a los visitantes de los presos, en la cárcel, a las visitantes mujeres obvio; se les bajara la ropa interior. Estaba prohibido bajarles la ropa interior en la requisa de ingreso. 
Para muchos era un procedimiento menos, para otros era una molestia menos. Pero para ella era todo una conquista. Como profesora, como abogada, como militante, ciudadana, y ante todo como mujer.
Lo más hermoso de los grandes logros, son las pequeñeces. Los detalles. 
Hoy me duele mucho la vista. Esto de andar disminuída me esta jodiendo más de lo pensado. Hace mucho que no sentía un dolor de cabeza que me llevara a apagar la luz y acostarme encima de todo lo que había de desordenado en mi hermosa cama. 
Quiero reivindicarme.

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