#pecados #vicios #sociedad
La otra tarde leía un artículo sobre las series que las personas solemos ver, cuáles eran las más vistas, cuáles aburrían. Datos cuantitativos, obviamente.
Que apelábamos a la morbosidad, donde la gente sufre, donde tienen esas personalidades frías y duras. Mucho vicio, alcohol, droga, trabajo sexual, engaño. Felicidad? La excepción y como segundo plano.
En los noventa, las taquillas tenían el nombre de romanticismo. El amor romántico. Hoy nos encontramos en el polo opuesto, en el congelado. Violencia, sangre, homosexualidad, fuerza, múltiples partícipes dominados por una sola persona.
Es que habremos empezado a considerar que la realidad es otra? Que el pasado no es tan pasado, o que nunca fue tan tranquilo como lo solemos ver ahora? Que no hubo un ayer tranquilo y un hoy violento. Las sociedades se caracterizan por rozarse hasta no llegar a golpearse, a desearse hasta no llegar a engañarse.
Estamos al límite del agua y del fuego. La profundidad nos gusta, mantener la respiración más aún. La velocidad, los pelos bien lejos de nosotros, gritándonos que los tengamos fuerte. El sexo fuerte, o apretando muslos, mordiendo. Es que el deseo no se puede aguantar. Es el vicio más exquisito de todos.
Ya no miramos, tocamos, olemos, sentimos. Las propiedades de los cuerpos materiales empiezan a tener personalidad. Nos hablan, nos miran. No podemos escapar de ellos.
Los cuerpos son tan públicos que ya no atinamos a utilizar la privacidad. Nosotrxs somos porque ustedes existen, y así. Tu ausencia me afecta, que te me acerques también. Vivo porque vives. Porque los cuerpos tienen una interdependencia suficiente para sembrar el paso y concedérselo al próximo.
Nuestros cuerpos gritan y sangran.
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